9.13.2006

7782 rue Casgrain OR Snow Patrol!

Fui a un concierto de Snow Patrol.

Por lo menos al principio, estaba un poco fuera de costumbre. Entré de todas maneras.
Un lugar como cualquiera, una sensación de haber vivido antes, el asombro de una "primera vez".
Es un mundo repleto de información - imágenes, luz, sonidos, olores - rastros de emociones y preámbulos de expectativa.
Empiezas acercándote hacia la multitud. Paso a paso, te acercas, y entonces puedes apreciar.
Se apagan las luces y el contraste que provoca la luz se hace más evidente. Es aquí cuando empiezan los escalofríos.
Empiezas a flotar. Un momento surreal, en donde te desprendes de tí para ver el escenario con otros ojos.
Y ahí están las personas. Se mueven, se mueven, recorren. A veces muy poco, imperceptible; otras veces, por el eterno y sutil baile que provoca el lugar.
No es la gran cosa, la vista. Es lo normal, es lo esperado, es lo estandarizado. Pero provoca ese tipo de suspiro especial, el que se prolonga.
Es entonces cuando la luz se arroja sobre de ti y te rodea. Los espectadores cambian de identidad, el lugar se prende.
Todos los elementos se congregan. Ves, son los pequeños detalles, pero a la vez es la sensación del todo, englobando.
Se parecen mucho a otros de su mísma índole. Tienen más inteligencia, más energía, sin embargo.Un poco más elaborado (otros dirían que más sencillo, abstracto, simplificado). De igual manera, mejor.
Ésto es lo que quiero. Ésto es lo que tengo que hacer. Estoy aquí por una razón.
Luego todas las piezas caen en su lugar, y me encuentro reflexionando acerca de todo; no sólo el momento. Todo.
Aquí puedo estar, en un eterno reposo. Un estado sublime de atemporalidad, rítmicamente prolongando la composición del tiempo.
Y la realidad se filtra. El denso aire se torna blanquiazul y empiezo a sentir un frío caliente.
Lo siento en el vientre. Las cosas son como secretamente las quería, mas no como las esperaba.
De izquierda a derecha: David Theodore, Annie, Thomas Balaban, Martin Bressani

Y aquí la música que inundó el teatro Metrópolis el 12 de septiembre:

Spitting Games
Wow
Chocolate
Beginning To Get To Me
Headlights On Dark Roads
Grazed Knees
Chasing Cars
Shut Your Eyes
How To Be Dead
Somewhere A Clock Is Ticking
Make This Go On Forever
Ways And Means
Run
You're All I Have

Encore:
Open Your Eyes
Tiny Little Fractures

9.08.2006

Murdoch Lang OR chez Laura

A disenchanted but favorably-noted, suubstantial enough absence buried images of household affairs in a brief (but vivid) sliver of land, not a success until the turn of the century.


Laura es una intelectual de sesenta y cinco años que regresa a Montreal después de cuarenta.
En mil novecientos cincuenta y ocho se muda a París tras heredar la cantidad suficiente de dinero como para no estudiar una carrera y ser independiente econonómicamente.
Gracias a su personalidad, hace buenas relaciones con un Bretón de cincuenta años, además de Ernst y Klein.
Conoce a Nadja, y a su hija Kay Lin, con quienes tiene una íntima amistad alrededor de mil novecientos sesenta y ocho, cuando se mudan a Hong Kong.

Laura quiere su cuarto con un estudio con terraza y un baño con vestidor. A Nadja le interesa mucho tener un estudio donde pueda resolver asuntos casero, una lavandería y un baño, en su cuarto. A Kay Lin le otorgan un cuarto sencillo con baño. Quieren una sala/comedor lo suficientemente grande para sus reuniones sociales, una cocina cerrada, un medio baño y un espacio totalmente disgredado para visitas y para alojar su extensa colección de arte.


Mi primer proyecto arquitectónico en McGill, actualmente en proceso.


9.03.2006

Montréal-aux-gris OR The Moving City

Hacía más frío de lo que esperaba. Estábamos arriba.
La isla de Norte-Dame es artificial, hecha en el '67.
Pasamos por el centro, la división entre puerto e historia muy difusa.
La subida por detrás de la montaña, Mont-Royal, fue larga, pero valió la pena.
Dorchester ó René-Levesque atraviesa el Montreal internacional.
Una auténtica japonesa se sentó a mi lado. No le gusta el Tokyo neón.
Osheaga estaba en el parque Sainte-Hélene, cerca de la expo '67. Hubiera querido ir.
El guía constantemente apuntaba hacia los departamentos de lujo, me pregunto...
Sí, el edificio de Concordia es feo.
Había unos mexicanos sabelo-todos. Deseaba en ese punto no poder entender español.
Montreal amaneció nublado, gris, frío, pero feliz.
Impresionante Habitat 67. Y el casino, no me lo esperaba.
Impresionante, la manera en la que el McDonald's se entremete en el viejo Montreal.
El asiento era muy incómodo. La voz omnisciente del guía, peor.
Hay algo sobre las geodésicas invisibles que captura el ojo humano.
Renuncié un poco a la cámara. Prefería menos fotos a una cámara menos.
Ahí estoy yo, en el segundo piso del camión rojo, por si no me creían.


Dreamland OR vie McGill

El regreso me recibió con un abrazo de azul claro
manchado de vez en cuando con tenues blancos
y el tapiz verde reflejado
envolvente de personas y mascotas
y sueños y gente
durmiendo, compartiendo, reflexionando, respirando
un aroma antiguo
con betún sabor pétalos de rosa (sin el colorante)
espolvoreado con azúcar refinada,
no mucha.



Rincones que me hablan
diferentes tiempos mismos lugares
mismos tiempos otros mismos
que inhalan los edificios
en un paseo que devela sólo la superficie, polverienta
del gigante pequeño en reposo.



Y los accidentes, provocados o no,
como obstáculos, como retos, como objetos
de admiración
que me secuestraron
y me trajeron a su robozo.


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